Inició en el 2002 y desde ese año se lleva a cabo en el Zilker Park de Austin Texas, lugar más que apropiado para este tipo de eventos. Para este año se realizó del 17 al 19 de septiembre con un cartel atractivo, pero jamás comparado con el de Coachella 2004, Los Angeles. Sin embargo, hubo sorpresas bastante agradables.
Viernes 17
Se presentaban The Killers con un sonido new wave, llegando muy de cerca a Pulp, Morrissey y Duran Duran. The Killers, de Las Vegas Nevada, con una hora tuvieron para demostrar la calidad de su música y lo que saben hacer en el escenario: tocar buen rock pop. The Killers se entregaron a un público que llegó desde muy temprano para escucharlos. El gospel la electrónica y el reggae pueden convivir de la mejor manera cuando alcanzan el equilibrio y esto lo logran los de Electric Church, con órganos, tornamesas y un baterista; ellos dicen que tocan “live gospel electro-remix”, aderezado con mensajes positivos. Para trasladarse de un escenario a otro había que caminar demasiado y, a una temperatura de 38 grados, no fue nada sencillo, pero valía la pena, pues en el camino te encuentras el área del mercado, aunque sea sólo para mirar la infinidad de chucherías que se vendían, y por otro lado, la hermosura de las mujeres era un aliciente para seguir caminando, por algo las mujeres texanas son internacionalmente famosas. Los canadienses de Sloan tocaban en el Heineken Stage con un buen repertorio de rock suave rayando en el pop, en la vena de Beck. Ver al rey del rock y el soul: Solomon Burke, era algo de lo que se esperaba ese día. Burke y su banda mantenían la elegancia a tope, a pesar de los casi 40 grados de temperatura, ellos en smoking y él, como un verdadero rey: con todo y su trono. El momento cumbre fue cuando invitó a algunos del público al escenario e hizo la versión de “I will survive”. Calidad y entrega para King Solomon Burke. Particle, banda de Los Angeles, entre el acid jazz más tradicional pasando por un soberbio funk electrónico, apoyados con sintetizadores y teclados y un bajista de sobrada calidad, recordaron ese sonido setentero tan de moda en la actualidad; su disco Launchpad, totalmente instrumental, es para disfrutarse en esas fiestas que terminan cuando empieza el día. La presencia de Ryan Adams en el SBC Stage era mágica; uno de los principales representantes de lo que se llama country alternativo, reunió a más de 30 mil espectadores, su sonido es ya clásico: guitarra, buena voz y letras duras. Sin dudarlo, Adams es uno de los mejores songwriters de esta generación. Habría que ir rápidamente al stage del Bank of America para ver a Franz Ferdinand. Los de Glasgow, dueños del escenario, dieron un concierto fenomenal, cada una de las canciones fueron tocadas con la elegancia de los Roxy Music más glam, y la potencia de los Nirvana más Bleach. Guitarras claras y directas, la voz de Alex Kapranos rayando en el pop más digerible. Franz Ferdinand: el nuevo fenómeno a seguir. Cerraban el día Los Lonley Boys y Sheryl Crow; a distancia, Los Lonley Boys suenan a Carlos Santana mezclando a Los Lobos. Sheryl Crow, ya no se tuvo la oportunidad de escuchar, pues la cerveza y el cansancio mandan.
Sábado 18
El día era para The Pixies, aunque antes habría que escuchar a Cat Power o Chan Marshall, como quieran llamarle: voz suave y guitarra bien tocada. Poca gente, pero mucha entrega por parte de Chan. Cuando era el turno de los Old 97’s se anunció que ya no había boletos para entrar al festival. Para ese momento ya éramos 75 mil canijos en el Zilker Park. Ambiente entre jipiosón-indie-country se respiraba al momento en que los Old 97’s se subieron al escenario para dar gusto a sus fans que se reunieron para ir exclusivamente a verlos, ya que son de Dallas y también muy populares; tienen un sonido de música americana modernizada mezclada con power pop. Otro de los platos fuertes para el sábado eran Modest Mouse, con ese sonido totalmente ecléctico que andan haciendo en su más reciente producción Good News for People Who Loved Bad News, música indie accesible, buenos ritmos con los cuales la mayoría de la gente se movía al son del ratón modesto. Dashboard Confessional, banda de pop pop, de ése que sólo le gusta a las teenagers más gritonas y que se agolpan para ver a su ídolo, el cantante Chris Carrabba, pero ése no era el problema, sino lo realmente preocupante es que en ese mismo escenario iban a tocar después The Pixies y las adolescente no se iban, pero al final les ganó la ignorancia y decidieron irse y disfrutar de su BBQ sandwich. La espera fue de más de una hora, con un calor tremendo, sin agua y sin cerveza, pues si te movías del lugar donde estabas, lo más probable era que no encontraras nuevamente ese espacio, ya que se dice que The Pixies reunieron a más de 60 mil personas. Esa noche, en punto de las ocho cuarenta y cinco, fue iluminada por los acordes más esperados por muchos de los que estábamos ahí. The Pixies hacían realidad el sueño de otros tantos; enfundados en la seguridad que da el ser una de las bandas mas reconocidas en el ámbito alternativo; dieron una muestra de lo que es un concierto de altos vuelos. Joey Santiago con esa guitarra que rasga el aire haciendo de sus riffs, ya clásicos, una suerte de reinvención sonora; David Lovering en la batería pegándole a los tambores como sólo él sabe; el bajo de Kim Deal retumbaba en los oídos con una suavidad y dulzura inimaginables; la voz gritona y chillona de Black Francis daba cuerpo a las canciones de toda una generación, “Wave of Mutilation”, “Gigantic”, “Vamos”, “Isla de Encanta”, “Bone Machine” sonaron a todo lo que pueden dar, y el momento más emotivo fue cuando el respetable, junto con Francis entonaban “Where is my mine”, de agasajo.
Domingo 19
Cuando escuché por primera vez a Calexico, hace varios años, me gustaron demasiado, era como si estuvieras en el desierto escuchando al mejor mariachi de México, combinado con la mejor banda de jazz/rock del mundo; y sí, no me equivocaba, en vivo suenan a puro desierto: desierto de atardeceres inolvidables, polvo y viento. En la guitarra y voz Joey Burn: excelente, y en la batería John Convertino: magistral; acompañados de trompetas, slide guitar, contrabajo y marimba. El desierto suena a Calexico. Es domingo y el cansancio, ya crónico, pero todavía hay pila para ver a la guapísima Shelby Lynne. Country del bueno, no de sombrerazo, como dice el buen Manuel Almazán. Escuchar de lejos las mezclas de The Roots; dudar entre escuchar a Cake o Medeski Martin & Wood era todo un dilema, así que, ni modo, la cerveza y el calor mandan... y mandaron.
Con ocho escenarios, el Austin City Limits Music Festival es una fiesta de rock, en una ciudad netamente musical, todo es música en Austin: lugares para escuchar el mejor jazz, blues en vivo en el Joe’s Generic Bar y una variedad enorme de opciones para el entretenimiento auditivo; desde el lounge para la electrónica de vanguardia, hasta el bar más decadente y engañoso. El problema son los bucks, pinches bucks. Se van como agua.
Viernes 17
Se presentaban The Killers con un sonido new wave, llegando muy de cerca a Pulp, Morrissey y Duran Duran. The Killers, de Las Vegas Nevada, con una hora tuvieron para demostrar la calidad de su música y lo que saben hacer en el escenario: tocar buen rock pop. The Killers se entregaron a un público que llegó desde muy temprano para escucharlos. El gospel la electrónica y el reggae pueden convivir de la mejor manera cuando alcanzan el equilibrio y esto lo logran los de Electric Church, con órganos, tornamesas y un baterista; ellos dicen que tocan “live gospel electro-remix”, aderezado con mensajes positivos. Para trasladarse de un escenario a otro había que caminar demasiado y, a una temperatura de 38 grados, no fue nada sencillo, pero valía la pena, pues en el camino te encuentras el área del mercado, aunque sea sólo para mirar la infinidad de chucherías que se vendían, y por otro lado, la hermosura de las mujeres era un aliciente para seguir caminando, por algo las mujeres texanas son internacionalmente famosas. Los canadienses de Sloan tocaban en el Heineken Stage con un buen repertorio de rock suave rayando en el pop, en la vena de Beck. Ver al rey del rock y el soul: Solomon Burke, era algo de lo que se esperaba ese día. Burke y su banda mantenían la elegancia a tope, a pesar de los casi 40 grados de temperatura, ellos en smoking y él, como un verdadero rey: con todo y su trono. El momento cumbre fue cuando invitó a algunos del público al escenario e hizo la versión de “I will survive”. Calidad y entrega para King Solomon Burke. Particle, banda de Los Angeles, entre el acid jazz más tradicional pasando por un soberbio funk electrónico, apoyados con sintetizadores y teclados y un bajista de sobrada calidad, recordaron ese sonido setentero tan de moda en la actualidad; su disco Launchpad, totalmente instrumental, es para disfrutarse en esas fiestas que terminan cuando empieza el día. La presencia de Ryan Adams en el SBC Stage era mágica; uno de los principales representantes de lo que se llama country alternativo, reunió a más de 30 mil espectadores, su sonido es ya clásico: guitarra, buena voz y letras duras. Sin dudarlo, Adams es uno de los mejores songwriters de esta generación. Habría que ir rápidamente al stage del Bank of America para ver a Franz Ferdinand. Los de Glasgow, dueños del escenario, dieron un concierto fenomenal, cada una de las canciones fueron tocadas con la elegancia de los Roxy Music más glam, y la potencia de los Nirvana más Bleach. Guitarras claras y directas, la voz de Alex Kapranos rayando en el pop más digerible. Franz Ferdinand: el nuevo fenómeno a seguir. Cerraban el día Los Lonley Boys y Sheryl Crow; a distancia, Los Lonley Boys suenan a Carlos Santana mezclando a Los Lobos. Sheryl Crow, ya no se tuvo la oportunidad de escuchar, pues la cerveza y el cansancio mandan.
Sábado 18
El día era para The Pixies, aunque antes habría que escuchar a Cat Power o Chan Marshall, como quieran llamarle: voz suave y guitarra bien tocada. Poca gente, pero mucha entrega por parte de Chan. Cuando era el turno de los Old 97’s se anunció que ya no había boletos para entrar al festival. Para ese momento ya éramos 75 mil canijos en el Zilker Park. Ambiente entre jipiosón-indie-country se respiraba al momento en que los Old 97’s se subieron al escenario para dar gusto a sus fans que se reunieron para ir exclusivamente a verlos, ya que son de Dallas y también muy populares; tienen un sonido de música americana modernizada mezclada con power pop. Otro de los platos fuertes para el sábado eran Modest Mouse, con ese sonido totalmente ecléctico que andan haciendo en su más reciente producción Good News for People Who Loved Bad News, música indie accesible, buenos ritmos con los cuales la mayoría de la gente se movía al son del ratón modesto. Dashboard Confessional, banda de pop pop, de ése que sólo le gusta a las teenagers más gritonas y que se agolpan para ver a su ídolo, el cantante Chris Carrabba, pero ése no era el problema, sino lo realmente preocupante es que en ese mismo escenario iban a tocar después The Pixies y las adolescente no se iban, pero al final les ganó la ignorancia y decidieron irse y disfrutar de su BBQ sandwich. La espera fue de más de una hora, con un calor tremendo, sin agua y sin cerveza, pues si te movías del lugar donde estabas, lo más probable era que no encontraras nuevamente ese espacio, ya que se dice que The Pixies reunieron a más de 60 mil personas. Esa noche, en punto de las ocho cuarenta y cinco, fue iluminada por los acordes más esperados por muchos de los que estábamos ahí. The Pixies hacían realidad el sueño de otros tantos; enfundados en la seguridad que da el ser una de las bandas mas reconocidas en el ámbito alternativo; dieron una muestra de lo que es un concierto de altos vuelos. Joey Santiago con esa guitarra que rasga el aire haciendo de sus riffs, ya clásicos, una suerte de reinvención sonora; David Lovering en la batería pegándole a los tambores como sólo él sabe; el bajo de Kim Deal retumbaba en los oídos con una suavidad y dulzura inimaginables; la voz gritona y chillona de Black Francis daba cuerpo a las canciones de toda una generación, “Wave of Mutilation”, “Gigantic”, “Vamos”, “Isla de Encanta”, “Bone Machine” sonaron a todo lo que pueden dar, y el momento más emotivo fue cuando el respetable, junto con Francis entonaban “Where is my mine”, de agasajo.
Domingo 19
Cuando escuché por primera vez a Calexico, hace varios años, me gustaron demasiado, era como si estuvieras en el desierto escuchando al mejor mariachi de México, combinado con la mejor banda de jazz/rock del mundo; y sí, no me equivocaba, en vivo suenan a puro desierto: desierto de atardeceres inolvidables, polvo y viento. En la guitarra y voz Joey Burn: excelente, y en la batería John Convertino: magistral; acompañados de trompetas, slide guitar, contrabajo y marimba. El desierto suena a Calexico. Es domingo y el cansancio, ya crónico, pero todavía hay pila para ver a la guapísima Shelby Lynne. Country del bueno, no de sombrerazo, como dice el buen Manuel Almazán. Escuchar de lejos las mezclas de The Roots; dudar entre escuchar a Cake o Medeski Martin & Wood era todo un dilema, así que, ni modo, la cerveza y el calor mandan... y mandaron.
Con ocho escenarios, el Austin City Limits Music Festival es una fiesta de rock, en una ciudad netamente musical, todo es música en Austin: lugares para escuchar el mejor jazz, blues en vivo en el Joe’s Generic Bar y una variedad enorme de opciones para el entretenimiento auditivo; desde el lounge para la electrónica de vanguardia, hasta el bar más decadente y engañoso. El problema son los bucks, pinches bucks. Se van como agua.
2 comentarios:
Hola Gaston, con razon ya no habia info nueva en el blog del hocico, que chido que hayas ido al Austin City Limits Music Festival, y podido ver a tan grandes bandas como Calexico, Franz Ferdinand, Ryan Adams(que aunque no es banda es chido), The Roots o Modest Mouse y disfrutado a grandes Clasicos como PIXIES y el señor Salomon Burke. Buena la reseña del festival,para todos aquellos que no pudimos disfrutarlo pues nos conformaremos con leerlo.
Que envidia pero de la buena, cuidate y le mando un saludote y un abrazo.
Marinho 7
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