martes, julio 31, 2018



El amor supremo de Kamasi Washington

Gastón Pedraza

Quiero agradecer a Sergio Villafuerte por la oportunidad de regresar a las páginas de Milenio. Aquí estaré escribiendo de temas fascinantes para mí: música, cine y literatura.

Regresar a la raíz, eso es lo que hace el saxofonista tenor Kamasi Washington (Los Ángeles, 1981); jazzista y gurú para las nuevas generaciones que en él están descubriendo el sonido ya experimentado por tantos, claro, con una actualización que va más allá de las vanguardias. 

El jazz, liturgia de lo sofisticado, encuentra un sabor de raigambre y buen sentido, sentido caótico sofocado por esas voces corales que devuelven la espiritualidad a cada evocación. Sí, coros espirituales, vitales, contundentes que aparecen en el momento y lugar indicado; para muestra hay que escuchar la emblemática Street Fighter Masque está repleta de esas glorias evocadoras de tiempos ancestrales que se contonean con beatselectrónicos de alta factura sin sonar pretenciosos ni absorbentes. Están en el momento correcto para recordarnos que vivimos un tiempo en el que los sonidos del pasado juegan en cualquier terreno, y cuando hablamos del jazz creado por Kamasi Washington, el tiempo se suspende y nos remite a tantos músicos y compositores, pero al final todo sonará a Washington, sonará a la mezcla perfecta, mezcla que el minucioso saxofonista se empeña en crear y recrear; pareciera que estamos escuchando esa música de finales de los 60 con esos subidones lisérgicos.
Las influencias de Kamasi Washington pueden ser todas y ninguna. Descubrimos de golpe a John Coltrane, Curtis Mayfield, Billie Holiday, al primerísimo Carlos Santana, a Gerald Wilson Orchestra, al Eddie Harris de los ya emblemáticos discos Bad Luck Is All Have” (1975) y “High Voltage” (1969).

Pero Kamasi no se queda ahí, en el pasado, trabaja con el clan más influyente de la música contemporánea: Kendrick Lamar, J Dilla y Thundercat; músicos, productores y creadores de lo que está sonando en prácticamente todos lados. Hay que recordar que para el disco “To Pimp A Butterfly” (2015) Lamar bebió de la vena más profunda del jazz; Lamar regresó a la raíz para producir un disco memorable, lleno de colaboradores amantes de la síncopa, y así, y hacer un gran favor a las nuevas generaciones: compartir el jazz entremezclado con hip-hopy versos venenosos, aderezados de la más suculenta fusión entre smooth yfree jazz.

Kamasi Washington ya había editado algunos materiales, pero es hasta “The Epic” (2015) donde da a conocer sus intenciones, dos horas y 50 minutos repartidas en tres discos compactos, en los que estiliza, mezcla y transforma todos los sonidos, sí, todos, desde la afroamericana más rústica hasta la clásica más clásica pasando por todos los subgéneros del jazz.

Este buen hombre nos regala la sencillez y la complejidad al mismo tiempo, y lo demuestra en la brutal Change Of The Guard, pieza de 12 minutos que es la mejor presentación que puede tener este chamán de Los Ángeles; composición contundente, brutal y espiritual.

El jazz está de regreso y su mentor es Kamasi Washington, el jazz es coolde nuevo, aunque siempre lo había sido, pero ahora está al alcance de todos aquellos que quieran abrirse a la alquimia del brujo angelino. No es modernidad ni nostalgia, Kamasi Washington es el presente.

Por estas fechas se estará publicando “Heaven And Earth” con dos horas 25 minutos de jazz profundo, alquímico. De amor supremo.